Entre un 25 y un 30 % de los niños entre 6 meses y 12 años tienen dificultades a la hora de dormir. La causa de estos problemas puede ser el establecimiento de unos hábitos incorrectos o dificultades en sincronizar el ritmo circadiano de sueño -vigilia. En este segundo caso se recomienda un tratamiento farmacológico con melatonina, siempre siguiendo las indicaciones y el consejo de un especialista. En cualquiera de los casos , sin embargo, es importante establecer rutinas a la hora de ir a dormir para que se establezcan unos hábitos correctos de sueño.
· Se recomienda que la habitación donde duerme el niño esté a oscuras, silenciosa y con una temperatura ligeramente más baja que el resto de la casa (19-20ºC).
· En casa de que tenga miedo, poner una luz pequeña en la habitación o dejar la luz del pasillo abierto.
· Establecer una rutina corta y sencilla (secuencia de 4-5 actividades) para ir a dormir, y que se lleven a cabo diariamente y de manera sistemática.
· Evitar actividades muy estimulantes durante el tiempo previo a acostarse. En lugar de ello, realizar actividades tranquilas como mirar un cuento o escuchar música.
· Realizar actividades físicas durante el día para asegurar que el niño llegará cansado a la hora de acostarse.
· Establecer una asociación firme entre la cama y la conducta de dormir. Es inadecuado como hábito de sueño que el niño se acostumbre a dormir en la cama de los padres o el sofá (por ejemplo), y luego los padres lo lleven dormido en su cama.
· No utilizar el hecho de ir a dormir como castigo (“Si no te portas bien, irás a dormir”).
· El objetivo es que duerma solo en su cama, es decir, que pueda pasar del estado de vigilia al sueño sin ayuda de los padres y en su espacio de dormir. Si el niño no sabe dormirse solo, en caso de despertarse a media noche también necesitará el apoyo de los padres.
· En el caso de costa que se quede solo y despierto en su cama, comenzó ofreciendo el apoyo del adulto y poco a poco ir retirándolo. Por ejemplo, después de las rutinas previas al dormir, quedarse a su lado dándole la mano. Retirarse un momento, diciéndole que vas un momento en la cocina y que ahora vuelves. Al volver, felicitarle y agradecerle que no te haya reclamado. Poco a poco ir aumentando el tiempo en que marchas.
· Se puede dar un muñeco al que esté especialmente vinculado para que duerma con él y que lo utilice exclusivamente para dormir. De esta manera, estamos vinculando el muñeco a la actividad del sueño.
· Hay que ser consistente y empezar a aplicar las pautas indicadas cuando se esté convencido de que se puede llevar a cabo sistemáticamente. De hecho, aplicarlo de manera aleatoria o sin consistencia no es en absoluto eficaz y puede ser incluso contraindicado, ya que no se está transmitiendo un mensaje claro al niño.
Cuando un niño no duerme bien está más cansado durante las actividades diurnas y, consecuentemente su capacidad atencional es más baja y está más irritable. Estos aspectos pueden afectar negativamente en su proceso de aprendizaje y en sus relaciones sociales. Por otra parte, las dificultades en el patrón del sueño también conllevan consecuencias para los padres; están más cansados, surgen dudas sobre la capacidad de crianza y se sienten inseguros. Vemos, por tanto, que un buen patrón de sueño es básico tanto para los niños como para sus padres.
Xènia Moliner
Psicóloga – col. 12.434