¿Nuestro hijo tiene un problema de aprendizaje? ¿Cuando se ha de iniciar una reeducación psicopedagógica?
Una preocupación muy frecuente de los padres es el rendimiento académico de sus hijos. Los padres actúan como modelos y acompañantes del niño durante su proceso de aprendizaje.
En la mayoría de los casos, los aprendizajes se hacen sin dificultades y de forma armónica pero hay un porcentaje de niños que sigue otro ritmo de aprendizaje y que, por tanto, no puede seguir el currículo escolar al igual que sus compañeros.
Algunos síntomas que pueden hacer sospechar de que su hijo puede tener problemas de aprendizaje son haber empezado a hablar tarde, negativa a leer, lectura lenta y con errores o presentar dificultades de concentración.
Cuando los padres, la escuela o los pediatras tiene alguna sospecha de estas dificultades, no debe esperar con ideas como “todavía tiene que madurar” o “es demasiado pequeño”. En este sentido, sabemos que la detección e intervención precoz son factores de buen pronóstico. Interviniendo precozmente podemos prevenir que una pequeña dificultad se convierta en un problema más importante. No es necesario tener un diagnóstico para comenzar un trabajo de reeducación. Por ejemplo, no hay que esperar hasta finales de segundo de primaria ( momento en el que los niños acaban de hacer el aprendizaje de la lectoescritura y se puede realizar el diagnóstico de dislexia) para intervenir en las dificultades del niño. Cuando antes empecemos, mejor.
Consulte a un especialista en niños y adolescentes y trastornos de aprendizaje para que haga una valoración de las capacidades cognitivas y de aprendizaje del niño comparadas con los niños de su edad. A partir de aquí podremos ver su perfil y observar sus puntos fuertes y puntos débiles.
Es imprescindible que este trabajo se haga en coordinación con la escuela para acordar objetivos comunes y realizar las adaptaciones que el niño necesite. Otra pieza clave es la implicación de los padres en este trabajo. Muchas veces son tratamientos largos que requieren constancia, paciencia y confianza en las capacidades del niño.
No posponer el momento de iniciar un trabajo especializado ya que esto hace que las dificultades del niño cada vez sean más evidentes y que, secundariamente, la afecten emocionalmente causando una baja autoestima.
Las psicólogas del Servicio de Psicología Infanto- juvenil del Niño Dios os podemos ayudar atendiendo las dificultades de aprendizaje de su hijo.
Anaïs Barcelona Esteban
Psicóloga infanto-juvenil – col. 16.183